Hace 18 meses cerré un capítulo muy significativo de mi carrera tras trabajar como Chief Product Officer (CPO) durante 13 intensos meses en una empresa con más de 20 años de historia, cuyo equipo directivo nunca había incorporado el product management en su operativa diaria. Recientemente, se ha confirmado la venta de esta empresa, un evento que me parece que marca un buen momento para compartir las valiosas lecciones aprendidas durante mi estancia y cómo estas experiencias me han transformado y fortalecido profesionalmente.
Ahora, en mi rol actual en DoiT, donde puedo ser yo mismo y desarrollar todo mi potencial, puedo aplicar todo lo aprendido. Miro hacia atrás y reflexiono sobre esos 13 meses, profesionalmente muy duros por diversas circunstancias acontecidas en el contexto concreto de la empresa que no voy a comentar, pero sí que me quiero quedar y compartir los aprendizajes de este viaje porque creo que han sido muy útiles, sobre como entender la dinámica de una empresa desde el punto de vista del C-level como CPO, especialmente una participada por un fondo de private equity. Esta comprensión del contexto de accionistas fue crucial, y lo sigue siendo en mi rol actual en DoiT. Aquí, el aprendizaje continúa, y cada día aplico las lecciones que surgieron de aquellos desafiantes 13 meses.
En cierto modo, veo esta experiencia como una especie de ciclo de hormesis que me ha permitido hacerme más antifrágil ante situaciones muy demandantes de energía a la vez que estresantes.
Todos estos aprendizajes y alguno más son los que intento poner en práctica en mi día a día en mi nueva aventura, y que suelo contar en mis clases de producto con el gran equipo de The Hero Camp, en cierto modo es mi forma de que esta experiencia sirva a las futuras generaciones de product managers y les ayude a navegar mejor la incertidumbre y a pesar de sentirse totalmente sobrecargados o incluso incapaces, sean funcionales y útiles para sus equipos para acometer situaciones relativamente complejas.
Aunque 13 meses pasan volando, el objetivo es desglosar las situaciones y aspectos clave que definieron mi experiencia, hay mucha tela que cortar que no podría condensar en un único artículo, con lo cual mi intención es hacer una serie de entradas en las que vaya poniendo el foco en determinadas situaciones o aspectos, pero siempre en un formato que permita entender los retos desde la situación de partida y posteriormente las siguientes mejores acciones qué tomé a alto nivel. Desde los momentos iniciales, donde era fundamental entender el contexto, el diseño y creación del equipo de producto que llegó a tener más de 20 personas, hasta el diseño de lo que denominó el sistema operativo de producto con todos sus procesos y ceremonias. Si todo va bien y veo que tiene tracción la serie de artículos igual me animo a escribir otra serie de post con el diario de aprendizaje de las decisiones más específicas, el motivo y el impacto.
Me hubiera gustado llamar a esta serie, algo así como “El año que trafiqué con un fondo de private equity” en homenaje a aquel libro de Antonio Salas, pero luego pensé que quizás era un poco exagerado y tampoco tan ilegal, aunque pudiera haber muchas historias muy bizarras, la idea era quedarse con lo bueno y lo útil, y decidí llamarlo “Product management desde las trincheras” haciendo también un homenaje a otro libro y por varios motivos:
El primero, es que me sentía como que iba a una lucha diaria, en un entorno repleto de enemigos, donde nadie entiende que hace un product manager y que estaba en una batalla diaria por conseguir mover la aguja de la compañía, a mi cabeza me venía aquella escena de la película de “Apocalypsis Now” en la que uno de los personajes exclamaba “Me encanta el olor a napalm por las mañanas,… huele a victoria”, pero que por otro lado representa un poco el rol del product manager que está en muchos fregados y que en cierto modo esa dinámica te tiene que gustar (rock and roll 🤘).
Y el segundo porque creo que representa un poco mi filosofía o forma de pensar sobre el product management, de esto ya hablaré un poco más en algún otro artículo, pero básicamente, lo veo más como una forma de pensar o un estilo de vida, en la que en base a un conjunto de herramientas que has adquirido durante tu experiencia, formaciones y demás, vas actuando y aplicando estas herramientas de una forma lo más ortodoxa posible, sin ser muy purista, siempre digo que trabajar en una empresa de producto son los padres porque la realidad no es como lo que vemos en los libros de referencia de producto o los post de gurus del product management, no digo que sean malos libros ni malas referencias, todo lo contrario, creo que nos ayuden mucho, pero creo que hay que entenderlos desde sus principios básicos y aplicarlos cómo se pueda en base al contexto, en las clases suelo hablar del concepto de shuhari pero bueno de eso hablaré otro día.
Antes de empezar a desilvanar los detalles de esta historia, me gustaría hacer un pequeño disclaimer, al final, esta serie de artículos representan mis percepciones y mis experiencias, con todos los sesgos y particularidades que eso conlleva, no pretendo ni sentar cátedra ni similar, simplemente coged aquello que os sea de utilidad, porque entiendo que vosotros en mi situación hubierais probablemente actuado de otra manera u obtenido otros aprendizajes.
Hasta aquí el artículo de esta semana, ¿te ha gustado? ¿tienes algún comentario? ¿has estado en la misma situación o una parecida? ¿cuál es tu filosofia sobre product management? No dudes en escribirme, en el siguiente artículo empezaré describiendo que es un fondo de private equity y mis primeros pasos como CPO.